Esta es nuestra nueva invitada:
Tiene unos cinco meses y es francesa. Resulta que, por motivos de trabajo, he tenido que venir a Francia durante unos meses. Ya estaba echando de menos a mis gatitos cuando, en el correo electrónico del trabajo, una de mis nuevas compañeras dijo haberse encontrado una gatita para la que estaba buscando casa. Me dio la impresión de que ese día ya se había ofrecido alguien a acogerla o adoptarla, así que no contesté. Pero dos semanas después, una compañera que conocía de mis andanzas con gatos me dijo que la chica seguía buscando casa para la gatita, que le urgía quitársela de encima. Por lo visto, no quería ni quedársela ni encariñarse con ella, así que me decidí a acogerla.
El problema de acoger a un gato en Francia es el idioma, claro: a ver cómo hablo con el veterinario. Para hacerle las pruebas (es negativa) he tenido que pedirle a la chica que me conocía que viniese conmigo, pero no me gusta depender de alguien para hacer algo tan básico como llevar al gato al veterinario. Por eso le busco acogida o adopción en España, pero de momento no ha habido suerte.
Kali (llamada así en honor a Calimero, al que estoy animando en 3D) es un amor de gatita, muy ronroneadora y tremendamente divertida. Ya conoce perfectamente la hora a la que suena el despertador, y cuando falta un minuto se adelanta y empieza a jugar con mis pies bajo la manta, pues sabe que en breve empezarán a moverse. Me lame la cara y me muerde el pelo cada vez que puede. Maúlla bajito y agudo, muy femenina. Me espera a la puerta cuando llego del trabajo y cuando como intenta robarme mi comida, pero a la bandida no le gustan las latas de Gourmet ni las de Cosma. Me ha hecho tirar tres o cuatro hasta que he decidido no ponerle más. Le encanta jugar con el plumero y la caña de pescar, y de vez en cuando se pone a correr de lado por toda la habitación como una loca. Me muero de risa con ella. También le gusta echarse dentro del lavabo, en el baño, incluso aunque esté húmedo. Luego se queda toda mojada, pero eso no parece importarle.
He comentado con algunas personas lo de ser casa de acogida, pues a menudo me preguntan si me la voy a quedar. Cuando les respondo que no, me preguntan invariablemente: "¿Y no te encariñas con ella?". "Sí", respondo, "claro, pero cuando se vaya, lloraré un poco y ya está". Y es que no pasa nada por llorar un poco. Lo importante es que ahora ella necesita acogida y adopción, y yo estoy aquí. Menuda ayuda sería si me centrara en lo que yo voy a llorar y no en lo que ella necesita. La tristeza que se siente cuando se van a su nuevo hogar es parte del juego, y la asumo como tal, es parte de la emoción de vivir. Además, luego, cuando recibimos noticias de lo bien que están y fotos actuales, compensa con creces la pena de verlos partir.
Aquí os dejo alguna foto más de esta preciosidad: