lunes, 5 de diciembre de 2016

Hasta aquí hemos llegado.

Freddie Mercury cantaba aquello de "un solo año de amor es mejor que toda una vida a solas".



En la entrada anterior hablábamos de un éxito, que al final ha resultado estar ocultando al "jefe final". Hoy despertábamos con Curro con un comportamiento errático, esta tarde descubríamos en la resonancia magnética que el tumor, que había remitido en la espina, se había diseminado por el cerebro, y apenas hace unos minutos tomábamos la durísima decisión de cerrar su historia en un punto en el que, en este último año, solo hoy estaba teniendo una malísima calidad de vida (y la mayor parte del día ha sido, afortunadamente, sedado). Las perspectivas, desgraciadamente (y siempre recuerdo con cariño las palabras de Marta, "es que solo estamos en el siglo XXI"), no eran nada halagüeñas y las estrategias posibles, muy agresivas, ni siquiera conllevaban posibilidades alentadoras.

Así pues, Curro se ha ido al otro lado del "puente del arco iris", con todo el dolor de los corazones de quienes empujábamos con todo para darle una vida (a todos ellos, GRACIAS), pero también con la paz de que, durante este último año de "vida extra" que tuvo, vivió a cuerpo de rey. Se lleva mucho amor, nos roba una parte importante de nuestros ahora desgarrados corazones, pero deja muchísimos buenos recuerdos, y nuevos conocimientos y habilidades que quizá en el futuro puedan servir para seguir ayudando a otros pequeños monstruos.

En cuanto tengamos un poco más de energías, publicaremos los reportes veterinarios completos de su aventura, en caso de que pudiera resultar útil a alguien.

Así fueron sus últimos minutos. Tranquilito, sedado para que no sintiera dolor, rodeado de un amor que se ganó a pulso porque era el gato más bueno y dulce que hemos tenido.


Te queremos, mi peque. Siempre serás nuestro Currusquín. Descansa en paz.