domingo, 25 de septiembre de 2016

La vida en la calle

Curro era parte de una camada de cinco cachorritos que tenían la suerte de que una persona concienciada permitía vivir en un patio de su comunidad. Cuando éste salía a alimentarles, acudían en manada. Precisamente por esto fue que se dio cuenta, un buen día, de que Curro se iba quedando atrás con respecto al resto, arrastrando cada vez más los cuartos traseros. En un principió, su cuidador pensó que habría recibido algún golpe con la puerta deslizante del garaje (todos sabemos cómo son estos bichos, siempre esperando al último segundo para pasar al otro lado). Pero en cuanto poco después Curro dejó de ir a comer, enseguida se tomó la decisión de llevarlo al veterinario y averiguar qué le estaba pasando. El resto de la historia ya la sabéis; al principio pintaba todo tremendamente mal.

La historia de esta camada no termina aquí, empero. Algunos de sus hermanitos fueron desapareciendo del grupo poco a poco y, al final, en el recinto sólo quedaba el último de ellos, Husky, esta preciosidad:



Como podéis ver, Husky estaba aparentemente sano y muy ágil (en la foto aparece en lo alto de una palmera, a varios metros sobre el suelo, donde subió para perseguir algún pajarillo). Pero a la historia le dio por repetirse. Hace unas pocas semanas, Husky aparecía con una respiración dificultosa y había perdido el apetito. Empezó a adelgazar con una rapidez pasmosa, y cuando su cuidador me pidió ayuda para intentar capturarlo para llevarlo al veterinario, presentaba este aspecto:


Agotado como parecía, aún tuvo algunas fuerzas para salir corriendo a cambiar de lugar cuando intentamos cogerlo. Finalmente, cuando lo teníamos cercado en el mismo depósito donde en su momento se resguardó Curro antes de que lo atraparan (un lugar hueco y oscuro pero sin escape posible), descubrimos con tristeza que su cuerpo no había aguantado más y aquélla había sido su última carrera. Difícilmente se me borrará de la memoria esa mirada, tan parecida a la de Curro, y esos mismos ojos ya sin vida apenas minutos después. Con todo el dolor, llevamos al pequeño al veterinario, quien sólo pudo certificar su muerte. Por lo que nos comentaron, dado que Curro tiene leucemia desde muy pequeño, era bastante probable que le hubiera venido por vía materna y que el resto de sus hermanos también la sufrieran, teniendo Husky un deterioro rápido al atacarle la misma a la parte respiratoria. Esta vez llegamos tarde.

No dejo de pensar que la vida no está carente de cierta ironía y, cuando estábamos seguros de que el pequeño Curro iba a irse al otro barrio en poco tiempo, resulta que con las atenciones médicas pertinentes al final ha sido el único de su camada que ha salido adelante. Muchos piensan que estos pequeños se las arreglan bien en la calle. Lo cierto es que, salvo para algunos pocos bien adaptados, la calle es una despiadada trituradora de animales...

Si alguna vez os encontráis con un callejerito que empieza a presentar un empeoramiento, por leve que sea, no lo dudéis y llevadlo al veterinario antes de que empiece a dejar de comer. Quizá lleguéis a tiempo.

Currusquín, viento en popa

Como os adelanté en el post anterior, Currusquín está estupendo. Una vez desaparecido el tumor, el peligro inminente ya ha pasado y solo queda esperar que no desarrolle nuevos tumores que no podamos controlar con la quimio. 

Las neurólogas están muy sorprendidas por la completa remisión del tumor, la quimio ha funcionado de maravilla y no ha quedado ni rastro (la pauta ha sido de 0.5mg/m2 de Vincristina, IV:0.11ml IV, o eso dicen los informes). Por lo que cuentan, no han visto ningún caso parecido. La razón por la que no hay más casos conocidos puede ser tan sencilla como que el tratamiento es muy caro. Cada sesión de quimioterapia con consulta incluída puede llegar a los 200€. Las resonancias magnéticas (hemos hecho dos) son 600€ cada una. El Interferón y la Prednisolona, que son los tratamientos diarios, no son caros pero todo suma. Ahora que las sesiones de quimioterapia son una vez al mes aún es sostenible, pero ¿quién puede costear un tratamiento semanal de quimioterapia? No es difícil imaginar por qué no hay demasiados casos de curación. Incluso tratándose de una persona y no de un gato, el esfuerzo económico podría ser demasiado para la mayoría de las familias. ¿Cúantas de estas familias harían este esfuerzo por un gato que, además, tiene una esperanza de vida muy corta por su condición de leucémico? Y no ayuda, precisamente, el IVA por las nubes al que está sujeto el tratamiento veterinario. Nosotros somos casa de acogida de Currusquín y solo nos hemos hecho cargo del gasto de las dos resonancias y tratamiento diario con fármacos, pero a menudo me pregunto si podría costear un tratamiento similar si uno de mis tres gatos sufriese esta enfermedad. Miedo me da la respuesta, y más considerando que los tengo expuestos a la leucemia todos los días desde que Currusquín está en casa, por más vacunados que estén.

En definitiva, cabe señalar que el linfoma espinal provocado por leucemia es curable con quimioterapia. Que uno se lo pueda permitir ya es otra historia, y no se puede juzgar a nadie que decida no hacerlo. Muchas cosas tienen que cambiar en el mundo para que nuestros animales puedan recibir sin restricciones el tratamiento que necesitan.

El estado de las patitas del peque no ha cambiado. Sigue pudiendo mover el muslo derecho un poquito, pero nada reseñable. El resto de la pata derecha y la pata izquierda completa las tiene insensibles y anquilosadas, pese a que le hacemos un ratito de rehabilitación todos los días. La paraplejia provocada por el linfoma no es reversible, lamentablemente.

Currusquín también ha pasado por una infección de orina. He de vaciarle la vejiga tres veces al día, y durante unos días en que estaba más apretada de tiempo solo lo hice dos. Consecuencia: infección de orina y tratamiento con antibióticos. Ello conllevó diarrea, con la que bregamos como pudimos, porque Currusquín no controla sus esfínteres y ya os podéis imaginar cómo nos dejaba la casa y su propio cuerpecito. Nos tocaba bañarlo casi a diario y comenzamos tratamiento con Da Forte, un probiótico que tenía como misión detener la diarrea. Funcionó a medias. La diarrea solo desapareció del todo cuando suspendimos el tratamiento con el antibiótico a los 21 días, como estaba prescrito.

Por si todo esto fuera poco, en la clínica Gattos, que es donde lo tratan, nos sugirieron darle sesiones de láser para estimular los músculos de sus patitas y lograr recuperar algo de masa muscular. Primero eran dos veces por semana (20€ la sesión) y posteriormente se redujo a una vez por semana. La última vez, el peque dijo basta y se enfadó con las veterinarias. A punto estuvo de morder a una de ellas. Creo que el pobre empieza a estar un poquito harto de tanto manoseo. Hemos convenido con las veterinarias en suspender las sesiones de láser. La mejoría que vemos tras diecinueve sesiones es mínima e insustancial, no aporta nada al peque, o al menos, nada evidente. Solo mucho estrés por tener que ir tan a menudo al veterinario. Creemos que necesita descansar, y ahora que solo tiene que ir una vez al mes a quimio, creo que ha llegado el momento de otorgarle ese descanso.

Así que ahora, ya sin linfoma (y que dure), ya sin láser, ya sin diarrea, el peque anda feliz por casa arrastrando sus patitas de un lado a otro, escalando al rascador y al sofá, durmiendo en la cama con nosotros y con los demás gatos y pidiendo latita el primero cada noche. Ahora es un gato feliz, con vida gatuna de cestitas, calorcito al sol, comida rica y compañía gatuna. Eso es todo lo que pide, el pobre. Como extra tiene nuestros mimos, que no los pide activamente pero los disfruta con ronroneos de camión.

Lo que depare el futuro... Esa ya es otra historia, a la que nos enfrentaremos llegado el momento.

Aquí algunas fotitos recientes:

"Il dolce far niente". En un hotel de Bilbao hace dos semanas.

Vaya par de dos.

"Te juro que estaba así cuando llegué".


Vuelta a la estabilidad

¡Hola, amigos!

He estado algún tiempo desconectada pero enseguida os pongo al día de cómo va todo con mis peques. Como ya habréis adivinado por el título del post, la crisis ha pasado, aunque aún nos espera alguna pequeña cuenta pendiente que os paso a relatar.

Yin

Como sabéis, Yin se había operado de la pata trasera por rotura de ligamento. El peque ahora está estupendo. En la última visita al veterinario, hace dos meses, el hueso de la tibia ya estaba prácticamente soldado en su nueva posición (se lo habían abierto un poco para ofrecer mejor soporte al fémur, como podéis leer en el post correspondiente) y la cojera había desaparecido por completo. Hoy sigue igual de bien. No salta a los sitios altos con demasiada soltura, no sabemos si porque es torpe (siempre lo ha sido un poco) o porque tiene más debilidad de la cuenta o en esa pata, o incluso en la otra (los veterinarios advierten de que cuando cae un ligamento cruzado, suele caer pronto el opuesto).

Tenemos que vigilar, también, un colmillo que tiene extruído, es decir, un poco sacado del sitio. No sabemos a qué se debe, no se ve ningún problema en las encías y no me sorprendería que fuera porque es un bruto y se enganchó alguna vez en algún lado y no nos dimos cuenta. Estaremos pendientes de si se va saliendo más.

Yang

Yang tuvo ahí atrás una temporada muy preocupante de vomitonas continuas. Por consejo de las maravillosas chicas de Esperanza Felina les cambié al pienso Granatapet para Adultos, de pato en concreto, que tiene componentes selectos, les ayuda a no ganar peso y se supone que es apto para estómagos delicados. Yang siempre ha vomitado y siempre vomitará, pero ha vuelto a su ritmo normal de una vez cada semana o cada dos, lo cual ya es razonable y nos ha quitado la preocupación. Ella está animosa, come muy bien, pide mimos como siempre y ya no se la ve decaída ni de lejos. No sabemos qué es lo que puede provocar que vomite con más frecuencia que otros gatos, pero le ha pasado siempre y no parece afectar a su ánimo. En las pruebas que le hicimos no salía nada, así que nos hemos quedado tranquilos.

Blanca

Cuando fuimos a vacunar a los peques contra la leucemia (algo ineludible teniendo a Currusquín campando a sus anchas por casa) descubrimos que Blanca tiene gingivitis, esto es, las encías enrojecidas. Esta semana o la siguiente la llevaremos para una limpieza bucal o lo que se tercie. No es grave, pero tampoco se puede dejar.

Currusquín

Currusquín está estupendo. Pero mejor le dedico un post entero, que este ya se va alargando mucho y no quiero agobiaros. En breve os pongo al día de su estado.

¡Un beso a todos!