sábado, 15 de mayo de 2010

Y como éramos pocos...

Pues llegó Zapatitos. Esta señorita:




Zapatitos llegó muy poco después que Yang. Una chica la encontró en la calle en un aparente estado de preñez avanzada, y pidió que alguien la acogiese para que no pariera en la calle. No pudiéndome resistir y viendo que la gatita estaba por mi zona, respondí casi inmediatamente y me comprometí a acogerla indefinidamente hasta que se dieran en adopción ella y los peques. Aquellos días, Emilio y yo estuvimos en un sinvivir, hasta que descubrimos que todo había sido una falsa alarma: no había embarazo, sino que la gatita había parido no hacía mucho y no tenía leche para amamantar a sus bebés, que probablemente murieron sin poder alimentarse. Maite, la chica que la recogió, no vio ni rastro de los bebés por ningún lado y Zapatitos no se comportaba como si la estuvieran esperando.

Sentimos lástima por los peques y alivio a la vez que decepción al saber que no íbamos a tener un parto y minigatitos en casa, pero, por supuesto, mantuvimos nuestra palabra y, tras dar a Yang tres semanas de adaptación, Zapatitos vino a nuestra casa.

Resultó ser una gatita muy cariñosa, tranquila y cuidadosa con los trastos de casa, un cielo. Su único problema (o más bien el nuestro y, sobre todo, el de Yang) es que era muy territorial, y Yang se sentía acobardada por culpa de ella. Al llevar Yang tan poquito tiempo con nosotros y verse de repente tan arrinconada por Zapatitos, creo que su adaptación normal se retrasó más de la cuenta. Llegaron a tolerarse, pero alguna que otra vez mantenían esa mirada desafiante típica entre gatos y, de pronto, Zapatitos salía corriendo tras ella. También en alguna ocasión, era Yang la que la perseguía un rato. Daba la sensación de que jugaban, pero en realidad nunca llegaron a congeniar. Para Yang fue un inmenso alivio que consiguiéramos papis para Zapatitos. Pero eso para el próximo post. :-)