lunes, 27 de agosto de 2012

Neus

Desde el día 2 de julio tenemos una nueva gatita acogida en casa. Se llama Neus, y cumplirá un añito por estas fechas.



Cuando era pequeña, fue una de esas gatitas que se regalan al comprar comida de gato. Un chico la cogió (con la comida, claro) para regalársela a la hija de su novia, pero tiempo después descubrieron que la niña tenía alergia, y Neus corría serio peligro de abandono. Por suerte para ella, me encontraron a mí antes y la traje a casa hasta encontrarle un buen hogar.

Neus vino un poco desquiciada. Habían probado a dársela a una gitana que ya tenía gatos, y debió de pasarlo mal, porque para ser tan joven reaccionó fatal ante los míos. Aquí la podéis ver en el mismo momento de su llegada, con Yin, que siempre es muy curiosón y muy buenazo, maullándole en respuesta en plan: "Jo, no te pongas así, que no es para tanto". Los chillidos de mala leche son todos de Neus:



Visto el percal, metimos a Neus en una habitación y ya pensamos que sería para los restos, porque con tan mal carácter no parecía que se fuese a llevar bien con mis gatos jamás de los jamases. Además, tardamos varios días en poder acariciarla, porque cuando llegó no soportaba ver nuestras manos. Podíamos estar con ella, pero era acercarle la mano y tener que apartarla para evitar el zarpazo. Su ex-dueño me contó que solían jugar con las manos con ella, así que supongo que esto tuvo mucho que ver. También nos bufaba a todas horas y estaba siempre de muy mal genio. Incluso jugando, se enfadaba con el juguete como si quisiese matarlo:



No sé muy bien por qué lo hacía, es el primer gato que veo que se comporta así con los juguetes. Total, que de cabeza a la habitación y pautas de presentación estrictas. Sinceramente, pensamos que pasarían como mínimo dos meses hasta que pudiese tolerarse con mis gatos y hasta con nosotros. Pero algo vino en nuestra ayuda: el celo. Como está sin esterilizar y era pleno verano, pues la niña se puso en celo y durante unos días no quiso más que caricias y mimos.

La primera semana el encierro fue estricto. La segunda semana, y como ya estaba en celo y, por tanto, más tratable, le dejamos una rendijita para que se fuese acostumbrando a mis bichines:



Estaba loca por salir, la pobre. Pero no nos fiábamos de ella y no la dejamos salir en ningún momento. A ratos, la llevábamos para el salón con nosotros, cerrábamos la puerta, y dejábamos que Yin, Yang y Blanca campasen a sus anchas por la casa y por la habitación de Neus, oliéndola y dejando su olor allí. Eso y la rendijilla obraron milagros.

Un día, más o menos el día 15, cuando los saludos por la rendijillas ya se habían apaciguado del todo, fui a entrar en la habitación de Neus y ella, que se moría por salir y que es rápida como una centella, se salió al pasillo y se encontró de bruces con Blanca. Cuál no sería nuestra sorpresa al ver que, en vez de la carnicería que nos esperábamos, el encuentro fue bastante amistoso. El siguiente vídeo lo grabamos apenas dos minutos más tarde:



Visto el éxito, fuimos aumentando el tiempo que pasaba Neus fuera de su habitación, siempre bajo supervisión. Al cabo de unos sorprendentes tres o cuatro días, le dimos luz verde y la dejamos libre por casa y no siempre bajo supervisión.

La cosa ha ido evolucionando y Neus está demostrando un carácter dominante. En general se llevan bien, pero a veces hay pequeñas escaramuzas, supongo que para buscar sus lugares en la jerarquía. Como mis gatos son muy pacíficos y se llevan bien entre ellos, Neus tiene muchas papeletas para subir al puesto más alto. Sólo espero que mis pobres gatitos no sufran mucho en el proceso, porque a veces ella les acorrala en alguna parte y les maúlla como diciendo "aquí estoy yo". Como yo también esté, le doy un remojón de vaporizador de agua y se le bajan un poco los humos, pero no siempre estoy yo alrededor. En cualquier caso, no hay queja: todo ha ido mucho mejor y mucho más rápido de lo que esperábamos, vista la reacción del primer día tanto a los gatos como a nosotros, que no se dejaba tocar.

Ahora está así la cosa:



¡Esto era impensable el primer día! Estamos reeducándola poquito a poco. La norma fundamental que tenemos es nunca, nunca, jugar con las manos, y usar las manos sólo para acariciarla suavemente y darle chuches. Comprendemos que llevará tiempo transformarla del todo, pues la educación que reciben cuando son pequeños se les graba muy adentro, pero también sabemos que el hábito hace al monje y al gato, así que habrá que perseverar y convertirla en una gatita adoptable, cosa que no era cuando llegó.

En pocos días la esterilizaremos. A ver si no se come al veterinario o no le deja la cara hecha un cromo.

Seguiremos contando cositas de ella. ¡Hasta muy pronto! :-)