jueves, 13 de octubre de 2016

Recidiva

Houston, tenemos un nuevo tumor en la misma zona. Esta vez no se limita al interior de la espina dorsal; ahora ha salido por fuera y es palpable al tacto. Son tres centímetros de diámetro que han crecido en un tiempo indeterminado. La última resonancia se le hizo hace seis meses y no estaba. Es todo lo que sabemos. Ayer le hicieron un nuevo examen general en la clínica Gattos y lo encontraron. Además, el tamaño de los riñones del peque es anormalmente grande, lo que le induce a pensar a la veterinaria que también están afectados.

No nos engañamos: era de esperar. Quizá no tan pronto, contábamos con tener un período de tranquilidad antes de tener que volver a la lucha. Más que nada por él. Porque se lo merece. Es un pequeño campeón que no se queja nunca, no importa si le damos pastillas, Interferón con jeringa, le vaciamos la vejiga o le rehabilitamos estas patitas escuálidas que tiene. Es tan bueno que merecía un descanso.

Pero ya sabemos cómo es la vida, que te lleva por delante si no espabilas, y eso hemos hecho: espabilar. De inmediato hemos empezado el tratamiento desde el principio: Vincristina una vez por semana (en vez de una vez al mes, como ya era últimamente), Genoxal (una pastilla cada tres semanas), Prednisolona (de momento a diario y luego cada dos días) y algo llamado Arabinósido de citosina que le obligará a permanecer en la clínica todo el día de hoy y el de mañana.

Él, como no se entera de nada, sigue feliz comiendo latas de atún y de lo que se tercie, aparte de su pienso habitual, que no debe de estar nada mal porque todos nuestros gatos se lo quieren robar, muchas veces con éxito. Está lleno de vida y es eso lo que nos tiene que mantener optimistas. Sabemos que las recidivas suelen ser muy peleonas, mucho más difíciles de erradicar que el tumor original, pero no nos vamos a rendir antes de tiempo. Vamos a presentar batalla, y que sea lo que tenga que ser. Mientras tanto, disfrutaremos de la dulzura de este pequeñín, que le rebosa por cada poro.