Hoy Esme ha sido esterilizada. La llevé al veterinario por la mañana, la dejé allí tras firmar la autorización para la operación, y a mediodía me pasé por allí a preguntar qué tal había ido. Me dijeron que todo había ido estupendamente, que estaba dormidita y que volviese a eso de las seis a recogerla. Así que a las seis fuimos Emilio y yo.
La encontramos muy tranquila. Zapatitos, en su día, estuvo bastante más inquieta. En el veterinario, la chica le puso la redecilla para que no se pueda quitar los puntos y Esmeralda la dejó hacer sin decir ni mú. Se dejó meter en el transportín como si nada y hala, a casita.
Una vez en su habitación, dejamos el transportín en el suelo y ella se quedó un momento echadita. Luego se intentó levantar, y pensé que iba a hacer como Zapatitos, que se había puesto a andar dando tumbos, tambaleante pero con cierto control. Esmeralda, en cambio, se tiró de cabeza fuera del transportín y, de pronto, como si se hubiera llevado un susto enorme, se puso a dar saltos por la habitación cual cabra montesa. Nos costó unos segundos cogerla y mantenerla quieta para que no se le saltaran los puntos. Luego, para mantenerla tranquila, Emilio se quedó con ella a descansar, sosteniéndola con ternura mientras Yin no perdía ojo desde la puerta cerrada del balcón.
La peque ya ha comido un poquito de latita, le volveremos a dar un poquito a las diez, con un trocito de pastilla para los dolores. Si todo va bien, en unos días estará como nueva.
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