sábado, 26 de febrero de 2011

Desde cero (o casi) IV

Ayer por la noche todo estaba tranquilo y era bonito, las estrellas brillaban en el cielo y etcétera, etcétera. Así que se nos ocurrió la fantástica idea de que, como Susto se iba a la mañana siguiente, sería interesante ver la reacción de Sorpresa estando cerca de él. ¿Se acordarían el uno del otro a pesar de llevar dos meses separados (y haber vivido el resto de sus nueve meses juntos)?

Inciso importante: Tenemos a Sorpresa de vuelta, en tan poco tiempo no se pudo hacer amigo de Zapatitos (tampoco parecía estar muy por la labor), y al haber sido un "atraco a mano armada -de transportín-" a los dueños de Zapatitos, no se habían mentalizado para la estresante situación de mantener un ritual riguroso de presentaciones entre gatos. Esperamos que haya algún futuro intento, bien con Sorpre o bien con cualquier otro (¿con algo menos de energías?) para darle algo de compañía felina a Zapas. Yin, por su parte, encantado del regreso de su viejo amigo. Al segundo día ya andaban lamiéndose por los rincones. Con Yang siguen bufándose y dándose manotazos, no ha ido tan bien la cosa. Como no mejoren por sí solos, probablemente los separaremos esporádicamente hasta que Sorpre se comporte educadamente.
Fin del inciso.

Marta cogió a Sorpresa en brazos, y yo me quedé acariciando a Susto. En cuanto Marta abrió la puerta, desde el propio umbral notamos que algo no iba bien. Sorpresa empezó a gruñir como un perro, con un volumen exageradamente alto. Susto empezó a bufar y a encogerse de miedo. Sorpresa continuó con su nerviosismo en incremento (quizá alimentado por algún toque en la nariz que le daba para que dejara de gruñir), hasta que explotó tratando de zafarse de los brazos de Marta, arañándola accidentalmente al escapar, y dándole zarpazos a Yin y a Yang al cruzárselos. Susto, por su parte, empezó a intentar huir por toda la habitación, subiéndose literalmente por las paredes en busca de una salida.

Después de la fantástica mala idea, Marta se quedó tratando de tranquilizar a Susto y yo hice lo propio con Sorpresa. Susto pareció recuperarse bastante, aunque involucionó a su estado primordial de intranquilidad, y Sorpresa se quedó en un remanente estado huraño, hasta el punto de darme un zarpazo (sin uñas, aunque algo se le escapó durante el momento del contacto) en plena cara en una de las veces que lo cogí en brazos para acariciarle.

Esta mañana, Sorpresa, a pesar de estar más tranquilo, seguía en ese estado de no querer saber demasiado de nadie, pero Susto estaba más normal. Al menos, hasta que hemos procedido a hacernos algunas fotos de despedida con él y a meterle en el transportín. Pero esa es otra historia, que será contada a continuación.

2 comentarios:

  1. Es una pena, ¿verdad?. Ya lo he dicho otras veces y vivido en mis carnes. Esa falta de memoria para la familia gatuna y humana rompe un poco el corazón. Es el único pero que yo les pongo a los michis.

    Son capaces de encontrase con su hermano con el que han convivido desde su nacimiento, y un mes les hace olvidarse de todo, y verle como a un extraño.

    Les puedes haber amamantado a biberón durante dos meses, haberles tenido guardaditos en tu escote devolviéndoles la vida, tenerlos en tu casa acogidos 1 año, que cuando te vuelven a ver, no tendrán el mínimo recuerdo de ti.

    :(

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  2. Desde otro punto de vista, es maravilloso saber que siempre vas a tener una segunda oportunidad (y una tercera, y una cuarta) si haces algo mal, simplemente dejando pasar algo de tiempo y volviéndolo a intentar.

    Los que tenemos muy mala memoria sabemos mucho acerca de las bondades de vivir al día :D

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