Hace un poquito más de un año, estábamos muertos de impaciencia para saber a qué hora iba a llegar la chica que nos traía, desde Vitoria (¡como si en Castellón no hubiera gatos, como dijo la madre de Marta cuando se lo contamos!), a una pequeñina acogida por Esperanza Felina.
Cuando llegó a casa y la pude ver en directo, mi primera impresión fue que aquella gata debía ser japonesa al menos. Me pareció que tenía una forma de cara muy, muy curiosa y alejada de mi idea abstracta sobre caras de gatos. De paso, también me quitó de un plumazo la sensación de que nunca iba a saber distinguir entre dos gatos negros. No hay más que ver la cabecera de este blog, aunque aún así, los primeros días al estar de espaldas o con poca luz, tardaba varios segundos en procesar quién era quién.
Como comentaba Marta en un foro, contra todo pronóstico, en lugar de esconderse como suelen hacer, se puso a olisquear y curiosear por todo el cuarto.
Como comentaba Marta en un foro, contra todo pronóstico, en lugar de esconderse como suelen hacer, se puso a olisquear y curiosear por todo el cuarto.
Seguimos el comienzo de las pautas de presentación "estándar": gatitos separados (Yin por supuesto, desbocado y tratando de entrar en la habitación a cada poco), que se puedan ver y oler progresivamente... pero nos pudo la impaciencia y, antes de la primera semana, ya dejábamos que tuvieran algunos primeros contactos. Y vaya contactos; mi impresión después de su primer encontronazo fue que habían matado a un pájaro bajo nuestra cama (de veras que lo creí) al ver tantísimo plumaje rodando por ahí.
Así que Yang comenzó su andadura llevándose a matar con Yin. Recuerdo perfectamente los lamentos preocupados de Marta: ¿algún día jugarán juntos, o los veremos acurrucados en algún lado? Un año después los hemos visto de todas las guisas: corriendo, pegándose (¡y no siempre provocado por Yin!), huyendo, jugando a pillar... Yang es una gata inteligentísima y adorable, además de divertida. Cuando le entra su "momento juguetón", no hay más que verla subiéndose a la mesita del comedor y levantando y moviendo el culete para lanzarse a toda velocidad a por Yin (que probablemente esté tirado en el suelo frente a ella, provocándola).
La única "pega" de Yang con Yin es que estos estados de juego con él no le suelen durar más de cinco minutos en intervalos de varias horas, y Yin necesita muuuuuuuuuucha más acción para ser feliz. Aparte de eso, es una gata a la que no le interesa prácticamente nada de comida que no sea su pienso, su latita Gourmet y, por supuesto, las barritas de golosina del Mercadona (se vuelve loca por ellas). Cualquier otro tipo de comida la rechaza, algo en lo que Yin ya podría parecerse a ella.
Es capaz de dormir con nosotros además de haberse hecho sus siestas, sin levantarse en toda la noche ni molestar. Eso sí, su ritual comienza con nosotros dentro del cuarto con la puerta cerrada, recién acostados, y ella fuera. Tras comer algo e ir al baño, y asegurarse de que no hay ningún otro gato alrededor, viene a la puerta y hace un maullidito muy tierno a la vez que extraño (siempre maúlla algo así como "¡ñgué!", debe de ser euskera gatuno) y entonces, tras abrirle la puerta, entra lanzada en el cuarto y suele esperar a que nos acostemos para subir a la cama y acomodarse.
Ya por la mañana, a la hora a la que nos solamos despertar, comienza a amasarnos para que la dejemos salir para ir al baño y a comer algo (y como no le quede comida, volverá y seguirá amasándonos y maullándonos hasta que la sigamos allí y le pongamos más comida). Y el resto del día no sabemos nada más de ella: se convierte en una gata ninja a la que nos podemos encontrar tomando el sol, patas arriba en el sofá enseñando su tanguita blanco, o hecha un ovillo frente al ordenador de Marta sobre la mesa del comedor. No hace ruido, no tira cosas, no maulla todo el día desesperada, no se mea por cualquier lado ni trata de destrozar cualquier objeto de papel que se le cruce por delante. Aunque si tiene hambre y hay una bolsa de comida cerca, prepárate para encontrártela abierta cuando vuelvas.
No es muy partidaria de las caricias; aunque le gusta estar cerca de donde está la gente, apenas soporta pocos segundos de acariciarle el lomo (ni hablar de la tripita), y luego huye disparada. Sabe abrir armarios, y no es nada raro encontrarla dormitando por ellos.
Le ENCANTA jugar con cañas de pescar y todo tipo de artilugios móviles, aunque no hace caso de las pelotitas de ping pong (algo que volvía loco a Yin o a Sopre). Y, si tamborileas los dedos en el marco de una puerta (el gesto típico cuando estás esperando a alguien y te apoyas mientras aburres), ella acude hasta su base y (a veces sin que tú mismo te des cuenta de lo que estás haciendo) salta escalando el marco para intentar tocar tu mano con su cara. Simplemente, impresionante (¡y menudo susto me llevé la primera vez, que ni la vi venir!).
También se vuelve loca -literalmente- cuando limpiamos la bañera con lejía, normalmente porque Yin ha meado alguna cosa. Ella viene, empieza a oler el suelo cercano a la bañera, y se retuerce en posiciones imposibles para frotarse contra todo el universo a su alrededor. ¡Incluso la primera vez se llegó a poner agresiva cuando intentamos separarla de allí! Menuda yonki...
Es super limpia con la arena (a diferencia de Yin o Sorpre, que en demasiadas ocasiones no tienen inconveniente en dejar sus deposiciones bien visibles), y no le gusta demasiado la malta. A veces ha llegado a quererla tomar si antes me la he aplicado en un dedo y se lo acerco, pero por lo general acabo rebañándole la pata (y ella sacudiéndola y dejando pared, muebles y suelo embadurnados de gotas de malta). Ahí podría aprender de Yin o Sorpre, que si por ellos fuera se abrirían el bote y se lo meterían entero en el gaznate.
Y con los gatos foráneos suele ser arisca, aunque aprende rápido a ignorarles y tolerarles. No tengo ningún recuerdo consciente de que haya iniciado nunca un contacto con algún otro de los adoptados, e incluso tenemos el divertido recuerdo de Sorpresa (el gato más mimoso jamás visto) saliendo del cuarto de cuarentena a toda velocidad y frotándose contra ella, quedando ella completamente petrificada, con los ojos como platos y sin saber cómo actuar.
Con los humanos foráneos suele ser también distante; se suele limitar a verlos de lejos, y poco más. Aunque con la visita de los adoptantes de Sorpre y Botón la que nos sorprendió fue ella estando cerquísima de ellos, curioseándoles. ¡Hasta a ella le cayeron bien!
No sé si me dejo algo, pero en cualquier caso vendrá Marta al rescate. En resumen y conclusión, Yang nos ha enseñado hasta qué punto pueden ser diferentes dos gatos, así que (aunque al final no fuera la gatita blanca que buscábamos para Yin) el nombre lo tiene muy bien puesto.
Tenéis un bonito reportaje fotográfico en el hilo del foro de Esperanza Felina.
Muchas felicidades!!
ResponderEliminarNuestra gata Hirua también hace "¡ñgué!" cuando se baja de una mesa o cuando la echamos de un sitio.
Zorionak. Katutxo polita zara!
Felicidades!!!! que bueno!! me ha encantado leer esta entrada, peor me he quedado con ganas de un primer plano para ver lo de los rasgos orientales jijijiji
ResponderEliminarOhhhhhhhhhh!!!
ResponderEliminarGracias por el repor.
Nos acordamos tanto de ella, que seguir recibiendo noticas, es todo un placer.
Que bonita manera de empezar el día! he absorvido cada explicación! Mil gracias y Felicidades!!
ResponderEliminarMontse
Felicidades en vuestro primer año. A mi pequeñin también le encantan las chuches del mercadona y en algunas cosas del caracter se parece a vuestro Yang, por cierto el mio también es negro con ojos verdes. Me encanta vuestro blog.
ResponderEliminarFelicidades y encantada de haberla conocido un poco más.
ResponderEliminarBesos
Felicidades es una preciosidad.
ResponderEliminarMuchas felicidades a la hermosa Yang ¡cómo me gustan su ojitosss! :-D
ResponderEliminarhermosa esa gatita. Yo tuve una, y se me muriò pero la quise mucho son muy especiales y cariñosas, bueno al menos la mìa lo era. Quise conseguir una negrita nuevamente y me fue imposible. Sus ojitos hablan.Que Dios te la cuide.
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